La incertidumbre en la que gran parte de la población española vive desde marzo no ha desaparecido, sino más bien ha ido aumentando poco a poco ante la descoordinación existente y el aumento de contagios por el Sars Cov-2. Del mismo modo la falta de información precisa, basada en la evidencia científica y en los resultados de la experiencia previa, y unánime a todos los niveles institucionales, científicos u otros medios, van contaminando las actitudes de las personas ante la pandemia y también ante los profesionales que cuidan de su salud, observando con preocupación que la responsabilidad individual y grupal en muchas ocasiones ha desaparecido. Seguimos en pandemia. No hemos vencido al virus y no estamos más fuertes que en el mes de junio. No se han aprovechado los meses de bonanza en preparar la prevención para la segunda oleada y como consecuencia de esta circunstancia el aumento de población contagiada es incesante, al igual que el lógico incremento de ingresos hospitalarios y como consecuencia el de pacientes en las UCIs, aunque actualmente con menor intensidad.
Por ello el Colegio de Médicos de la Provincia de Córdoba, quiere hacer un llamamiento tanto a las autoridades, medios de comunicación y a todos los ciudadanos, con la finalidad de ayudar a frenar este tren que camina hacia el descarrilamiento si no se reconducen e implementan las medidas que son absolutamente necesarias.
Ha transcurrido mucho tiempo desde la finalización del confinamiento, con una desescalada muy rápida y con una falsa y confusa idea de “normalidad” trasmitida a la población. Esta etapa debería haberse aprovechado para configurar una red epidemiológica potente de contención y prevención con un cambio de paradigma con respecto a la fase inicial de la pandemia que fue fundamentalmente asistencial y hospitalaria. En esa red la Atención Primaria cobra un papel trascendental, cuestión repetida en muchísimas ocasiones, pero ese papel de gestión epidémica no tiene sentido sin dotación de personal y sin flujos eficaces de actuaciones, ya rodados y bien estructurados. Se ha hecho un esfuerzo importante en todo lo referente a normativa y protocolos de actuación (procedimientos) pero la aplicación práctica actualmente deja mucho que desear, sobre todo si partimos de la base de un modelo de AP muy deficitario para asumir ese reto. Si a ese déficit estructural se le añade la carga que supone el abordaje minucioso de la gestión COVID19, el descarrilamiento de la Atención Primaria está asegurado. Es inviable solapar las actividades asistenciales cotidianas, con una demanda clínica que ya desbordaba previamente los Centros de Salud con la gestión epidemiológica de la pandemia sobre todo si permanece la misma organización “de siempre” asociado al eterno déficit de personal médico que permanece como una losa en los Centros de Salud durante años y años. En ese “no hay médicos” cabe de todo, incluso no querer encontrarlo ofertando contratos laborales en muchos casos inadmisibles, con el fin del ahorro a cualquier precio.
Los médicos estamos sufriendo esta crisis intensamente, pero en Atención Primaria (herida de muerte desde hace años) la situación se acentúa creando un ambiente donde predomina el malestar permanente, stress físico y emocional, agotamiento y sobre todo el constante cambio de dirección y a cada momento, que nos hace trabajar con un rango de incertidumbre inasumible, tanto para los profesionales sanitarios como para la población. La sobrecarga asistencial diaria, doblar jornadas de trabajo tras las guardias, reparto de agendas de otros compañeros, triajes, urgencias, gestión de pacientes con sospecha de COVID19, atención domiciliaria, etc. Y todo no cabe en una jornada laboral de 7 horas ininterrumpidamente asistencial, sin tregua. No se puede acumular más trabajo a la Atención Primaria.
Por lo tanto, QUEREMOS DEJAR CLARO QUE, EN ABSOLUTO, SOMOS LOS MÉDICOS NI NINGÚN OTRO PERSONAL SANITARIO LOS RESPONSABLES DE ESTA SITUACIÓN. Es más, nosotros venimos anunciando -desde hace años- la debacle que se aproximaba, que se ha visto anticipada y empeorada con la aparición de esta pandemia que, repetimos, nos ha esquilmado física y psíquicamente. Nuestra capacidad de aguante está llegando al límite de lo humanamente tolerable en esta segunda oleada que se ha adelantado y nos ha impedido recuperarnos de la anterior.
Por todo ello es necesario que los ciudadanos comprendan nuestra situación, colaboren y sepan que no somos los profesionales quienes elaboran la organización de la atención sanitaria, sino que son modelos de actuación que se organizan para la seguridad del paciente y del trabajador, teniendo en cuenta el déficit de personal que sufrimos desde hace décadas. Consideramos necesario que sean las propias autoridades sanitarias quienes informen a la ciudadanía de lo que nos están exigiendo, cual es la situación real, cómo nos indican lo que debemos hacer y cómo actuar ante esta crisis sanitaria y que los profesionales sanitarios sólo estamos exprimiendo nuestras fuerzas para que nadie quede desatendido, sacrificando nuestra propia salud, la de nuestras familias y nuestro propio tiempo.
Todo ello aumenta la perplejidad tanto de los médicos como de los pacientes, quienes aún no han comprendido que muchas consultas se realicen telefónicamente, al objeto de evitar el contagio entre personas por la concurrencia en los centros. Este tipo de acto médico, que consideramos válido, aunque no lo es para todas las circunstancias, además de consumir más tiempo que el presencial, no siempre deja satisfecho al profesional y/o al paciente. Esta nueva modalidad de consulta debería ser explicado a la población más profusamente, por parte de los responsables, desglosando sus ventajas.
Es necesario que la ciudadanía confíe en sus profesionales, conocedores de la situación que puede ser diferente cada día y distinta en cada momento y si hay que tomar decisiones, siempre buscaremos las más adecuadas a los recursos que nos ofrece la administración (que son muy escasos), y se esfuercen en colaborar dentro de sus posibilidades. Ante esta situación tan nueva y grave, todos tenemos que remar en la misma dirección para salir adelante.
La importancia del sector educativo en estos momentos es fundamental y no se le está tratando convenientemente. Es necesaria una relación intensa entre profesores, padres y Centros de Salud, bien organizada, donde la información, la preparación y la coordinación sean protagonistas.
Repetimos que el cansancio y el hastío de los profesionales está llegando a una situación límite y llamamos la atención a las autoridades sanitarias para que intenten solucionarlo o mejorarlo antes de que sea demasiado tarde. No valen aplausos, medallas ni palmaditas en la espalda. Es necesario más apoyo y sobre todo que los ciudadanos perciban que los políticos se mueven y hacen algo por mejorar la situación, que ya está bastante tensa y se va tensando cada día más.
Hay muchos aspectos que hay que dejar muy claros y protocolizados suficientemente, para evitar las consecuencias legales que puedan derivarse. Hay que sacar tiempo y personal de donde sea. Hay que aprovechar todo lo disponible, público, privado, activos, pasivos y voluntarios. Hay muchas funciones que ahora mismo realizan los sanitarios que podrían ser ejecutadas por otro personal menos cualificado previa una formación adecuada.
Por todo lo anteriormente dicho -y muchas más ideas que podríamos aportar- reiteramos nuestra disponibilidad y nuestra disposición a colaborar con las autoridades sanitarias, pero encarecidamente les rogamos que de una vez por todas dejen de actuar desde la perspectiva política y partidista y unan sus fuerzas frente al enemigo común. Que informen y ayuden a la ciudadanía, que no los confundan y engañen, que cuenten con nosotros en esta difícil tarea y nos faciliten los medios necesarios para vencer este problema que nos ha tocado vivir.
Junta Directiva de Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la
Provincia de Córdoba
En Córdoba a 21 de septiembre de 2020
*(Publicado en los medios de comunicación de la Provincia de Córdoba el 22 de septiembre de 2020)