En esta ocasión, elegimos un marco original para despedir el curso del Aula Cultural del Colegio. La planta alta del Mercado Victoria, uno de los puntos de referencia de encuentro y de ocio tanto de los cordobeses como de quienes nos visitan, y, también, espacio cultural polivalente y en pleno centro de la ciudad, se convirtió en el lugar perfecto para acoger este acto de memoria cultural.
Arrancó con unas afectuosas palabras de bienvenida de nuestra Secretaria General Rosa Marín. Seguidamente, Victoria Fernández de Molina hizo un recorrido, en imágenes, por algunas de las mejores y más inolvidables experiencias acumuladas a lo largo del curso. Quiso dedicar esta proyección gráfica a todo el grupo que ha participado en el programa de actividades organizadas (viajes, conferencias, excursiones, visitas, exposiciones…) que es, al final, el alma y la razón de ser del Aula y de todo su abanico de oferta cultural. Y también expresó su gratitud sincera por toda la gente que, con su seguimiento y respaldo, lo hace posible cada año.
Y, dado que se trata del Aula de Cultura, no podía faltar un espacio dedicado a algún aspecto cultural. Presentada por nuestro querido vocal el doctor Felipe Toledo, la arqueóloga Sonia Vargas Cantos habló sobre “Los arrabales de Qurtuba”, un viaje en el tiempo desde la Córdoba emiral a la almohade (s. VIII al XII) con especial énfasis en el espléndido periodo califal (X). La arqueóloga aclaró el concepto de arrabal y sus características. Explicó, con un amplio e interesante respaldo de imágenes, la evolución del urbanismo de la ciudad en esos siglos. Un urbanismo heredado del romano y que tiene sus elementos más sobresalientes integrados en la ciudad (desde alminares en actuales iglesias fernandinas a restos arqueológicos diseminados por la ciudad, como en la estación de autobuses, por ejemplo). Realizó una detallada exposición sobre los sensacionales resultados en las investigaciones en la Ronda de poniente y lo que han sacado a la luz. Por último, hizo una encendida defensa de la necesidad de conocer nuestro patrimonio histórico como principal motor de desarrollo de nuestra ciudad para poder amarlo y cuidarlo.
Como broche de oro, pasamos a un reservado al aire libre, en la terraza, con vistas a los jardines y ya con una temperatura, por la hora, un poco más aliviada del sofocante calor que nos ha pillado desprevenidos… donde compartimos un distendido aperitivo. ¡¡Feliz verano!!